Cuando un apellido se convierte en marca.

El logo Ambrosoli mantuvo su esencia desde su creación, experimentando una serie de modificaciones.

Al comienzo los logos eran dibujados a mano, por lo tanto dependía mucho del gráfico que los confeccionaba, de su mano, de su estilo. En cuanto al color desde sus inicios fue rojo y blanco, pero hubo una época por los 80 que pasó a ser azul y amarillo.

En general su color a permanecido desde su creación, el rojo es energía, calor, pasión fuerza, apelativos que le vienen muy bien al caramelo.

Al ser un apellido tiene en su diseño mucho de firma, para don Costantino esto era muy importante, su apellido era la marca estaba presente su dignidad, su persona. De ahí el cuidado de la marca.

Anécdota, una vez le dijo a un gerente de marketing que lo acompañara a la calle y le preguntó, que dice en el muro el cual respondió  ¡Ambrosoli! y el le respondió bueno ese es mi nombre!.

A continuación imágenes de los primeros logos desde 1949 al 60.

Los paneles de abejas ciertamente pueden resultar aterradores para algunas personas. Para otras como Costantino Ambrosoli, representan un dulce recuerdo de sus inicios empresariales. Porque en la búsqueda de un lugar seguro y con perspectivas de desarrollo, este italiano llegó a Chile hace 48 años – junto a su esposa y dos hijas- para asentarse en Viña del Mar y formar una fábrica de miel y caramelos.

De este modo perpetuó una tradición que le acompañó durante toda la vida y cuyo origen se remonta a una fábrica de dulces familiar ubicada e Italia que distribuía golosinas a países vecinos.

Anteriormente a sus llegada a Chile, Costantino Ambrosoli había vivido y ganado experiencia en Estados Unidos, país que se traslado a los 22 años para especializarse en apicultura con el fin de aportar a la empresa de su padre. Lo que el no sospechaba aún sin embargo, era que sus conocimientos le ayudarían a iniciar un proyecto propio, y mucho menos que éste se consolidaría a miles de kilómetros de su tierra natal.

Armado de esta experiencia y 18 años más tarde, inmigró a nuestro país para instalar su planta. La perseverancia y el esfuerzo fueron claves de su emprendimiento, en el cual inicialmente se encargó hasta de la distribución: “Vender era una pasión para mí, y no me resultó difícil. Yo no me presentaba ante los clientes para mostrar el caramelo, sino que iba a un almacén y dejaba sobre el mostrador tres frascos con caramelos y le decía al dueño que volvería en una semana más para que me diera su opinión. Vencido el plazo los tres frascos estaban vacíos, con lo cual podía iniciar la venta normal” relata don Costantino.

En la década de los 50, los caramelos Ambrosoli ya tenían un claro distintivo respecto al resto: se comercializaban envueltos.

Para este efecto al comienzo se utilizaban envoltorios importados desde Europa, pero hacia 1950 el incipiente empresario puso en marcha su primera máquina rotativa para imprimir celofán a tres colores. Esta se usó tanto para el envoltorio del caramelo como para confeccionar sobres y bolsitas en los que se vendían.

Esta frase que da pie a este Blog es de don Costantino y sintetiza lo que produce un caramelo en un niño. 

Si ve a un niño llorando regale un caramelo y obtendrá una sonrisa, decía don Costantino, para el era muy importante esta frase, y como anécdota no permitía en los comerciales de la compañía aparecieran personajes tristes, esto estaba en contra de la esencia de la imagen de la empresa.

El Loly fue un caramelo pensado para los niños y toda su gráfica estaba inspirada en ellos y produjo millones de sonrisas.

Al igual que los caramelos envueltos, el Loly fue uno de los productos de más éxito en la historia de la compañía.

El Loly fue el primer caramelo con palito.

Los primeros diseños del chupete Loly fueron realizados por Renzo Pecchenino, más conocido como Lukas.

Causó un éxito inmediato, estaba en todas partes y todos lo consumían. Se posicionó rápidamente en la mente del consumidor, haciendo de este un producto tradicional y perfectamente identificable. Fue la gran novedad de esa época, ya que fue el primer caramelo en forma de paleta introducido en el país con palitos de colores y atractivas combinaciones de sabores como naranja-limón, piña-frutilla, anís-frambuesa y leche de coco. En  un comienzo su forma era hexagonal con la letra A en relieve, que lo hacia único y diferenciado.

Ambrosoli desde su génesis tomó el camino de la innovación. Innovar no es fácil porque el consumidor prefiere lo conocido, lo que ya existe, por lo tanto es ir en contra de lo preferido, del camino fácil. Es entrar en lo desconocido, es apostar a una idea que uno tiene y en la cual uno cree. Ambrosoli innovó desde la creación de la empresa, no era sólo una fábrica de caramelos, es una empresa que va a dar trabajo a los apicultores chilenos, al comprar miel del sur de Chile para producir el tradicional caramelo “a la miel” y también a los agricultores al comprar frutas para hacer las mermeladas de las “frutinas rellenas”, los primeros caramelos rellenos de mermeladas naturales, y envuetos en un material innovador para la época una laminación de alumino y papal cera impresos a todo color y con un plisado especial.
También se innovó en el punto de venta con la caramelera un frasco de vidrio apilable, que permitía exhibir y vender los caramelos, en esa época de a uno o en los tradicionales saquitos de 100 gramos.
El primer caramelo con palito fue el loly, que permitía a los niños disfrutar de su sabor sin mancharse, además de jugar con el en la boca. Para éste producto se creó un magnífico display que consistía en una A de madera perforada que permitía la exhibición del producto el los almacenes, todo un ícono de incipiente merchadising.

Al comienzo, además de parámetros de calidad desacostumbrados para el mercado local, la gran innovación en Chile fue introducir el celofán para lanzar al mercado caramelos envueltos, más higiénicos y mejor presentados. Fue una verdadera revolución, la identificación con este producto fue tan amplia, que cuando las empresas competidoras comenzaron a hacer lo mismo, los consumidores pensaban que se trataba de caramelos Ambrosoli y decían: ¡Deme un Ambrosoli!

Dos Ambrosoli, por Favor

Una de las primeras grandes satisfacciones de don Costantino que le auguraban éxito, fue cuando, encontrándose en el “Almacén Montecarlo”, en Viña del Mar, vio entrar corriendo a un peoneta, descalzo y descamisado, con un par de «chauchas» en la mano, pidiendo en voz alta, “Dos Ambrosoli, por favor”.
Uno de los primeros caramelos que se envolvieron fue “a la miel” y luego “leche miel”, dos íconos de la empresa que se formaba.

La primera gestión que tuvo que hacer don Costantino Ambrosoli para comenzar su negocio fue solicitar autorización al Ministerio de Hacienda para instalar una fábrica productora de caramelos. Se encontró con dificultades, el gobierno no tenía interés en una fábrica de caramelos, argumentaba que el país estaba lleno de estas empresas: Costa, Serrano, Volta, Calaf, Hucke, etc…
Pero don Costantino tenía bien pensado todo, ¿cuál fue su argumento?, dijo: “yo vengo a instalar una fábrica de caramelos, pero no son los mismos caramelos que existen en el mercado, son especiales, son caramelos rellenos y además con miel, por lo tanto, voy a dar trabajo a varios miles de apicultores chilenos”.

El 20 de octubre de 1948 se constituye legalmente la empresa Ambrosoli y Cía Ltda. El objetivo es instalar una planta envasadora de miel de abejas y una fábrica de caramelos, a fin de poder elaborar productos a base de miel, característicos de la marca y prestigio de Ambrosoli en Europa. Dice don Costantino Ambrosoli: “yo tenía hecha la tarea en borrador y la pasé en limpio”.
La fábrica comienza a funcionar en 3 Oriente 1288, en el sector que ocupaba la gerencia general, un sector de aproximadamente 1.000 metros cuadrados. Hoy se esta construyendo un edificio en estos terrenos.

El 2 enero de 1949 comienza la producción de caramelos.
El 3 de enero de 1949 los principales Salones de Té de Viña del Mar y Valparaíso iniciaban la venta de los caramelos. Don Costantino Ambrosoli vendía personalmente sus productos para darse cuenta de las posibilidades de este mercado. Su primer cliente fue el Salón de Té Virreina, al que luego se sumaron el Samoiedo, el Almacén Inglés y otros.
Don Costantino regala el primer frasco mostrador de caramelos y después que el comerciante lo vendió, regresa a preguntar por el pedido… el mismo entrena a los primeros vendedores de lo que luego sería una sólida y amplia fuerza de ventas.
Las máquinas envolvedoras que se trajeron originalmente permitían una producción de 130 caramelos por minuto. Con una caldera y una línea de máquinas elaboradoras de caramelos, mantenían una capacidad productiva de 500 kilos diarios.

“Y yo tenía «una gana» especial de inventar, de crear algo nuevo, algo más amplio, algo que fuera de satisfacción para todo el trabajo de mi vida, así que dejé mi linda ciudad de Como en Italia…”.

“Y llegué a Chile donde debía elegir entre Viña del Mar y Santiago. Viña me captó por su belleza, por su naturaleza, por la facilidad de comunicarse y tener amistades y por la comodidad de instalar una industria que fuera un aporte útil también a la vida de mi familia”.

“El día 2 de enero de 1949, salía la primera «cachada» y yo con mi auto, con una estructura embrional de la futura industria, empecé a recorrer las pocas calles de Valparaíso y de Viña, o mejor dicho, las pocas calles de Viña y las muchas de Valparaíso, y he actuado como vendedor”.

“El vender era una pasión mía. Así que no me resultó difícil introducirme en un breve lapso de tiempo. Pero vine también con un «Caballo de Troya», no me presenté a mostrar el caramelo. Yo llegaba al cliente, le colocaba encima de su mesón tres frascos mostradores y le decía: «don Juan, yo vuelvo en una semana más, Ud. me dirá su opinión». A la semana, los tres frascos estaban vacíos y naturalmente iniciaba el período de la venta normal”.

con estas palabras don Costantino Ambrosoli resume lo que fue su emprendimiento de vida y empresarial y definía su relación con el entorno.

Esta imagen siempre fue muy importante para Don Costantino, fue la primera producción, el día en que partió la fábrica. En esos años los símbolos de la empresa eran los engranajes y las chimeneas. Estaba ubicada en la entrada a la gerencia en 3 Oriente 1288 en lugar destacado.

Así de simple fue el inicio de esta aventura de emprender.

Don Costantino después de terminar con honores su enseñanza secundaria, recibiendo la distinción de Príncipe de la Academia, se inscribió en la Universidad de Florencia para estudiar Química, como su padre. Al cabo de dos años de estudio, vio que su padre tenía mucho trabajo en Ronago, así que dejó sus estudios para cooperar en el negocio familiar.
En el año 1930, a la edad de 22 años, realiza un viaje a Ohio, Estados Unidos, a una firma de apicultores, Wilson & Company. Permanece allí seis meses y aprende nuevas técnicas, tanto para la producción de miel como para su comercialización.

Se especializó en apicultura nómade. Esta forma de apicultura consiste en que las colmenas se trasladan a diferentes lugares, al campo o la montaña, buscando las flores más apropiadas, se obtiene así un tipo de miel de mejor sabor y calidad. Él quiso aprender todo esto, pero no sólo quería aprender la teoría, sino que deseaba aprender también el oficio manual y lo hizo trabajando de obrero.

Don Costantino comentó en una entrevista: “Mi padre me entregó los conocimientos de una pequeña industria de envasado de miel de abejas. En Estados Unidos logré conseguir trabajo en la producción industrial, ese período ha sido el promotor de todo el entusiasmo que me acompañó desde el principio”.

En el año 1932, Giovanni Battista, acompañado de su hijo mayor, Costantino, agregó a la planta de miel una fábrica de caramelos, con el objeto de desarrollar y fabricar confites que derivaran directamente de este producto natural. Fue así como nacieron los caramelos “a la miel” y “leche miel”, que han dado su característica y fama al nombre y marca Ambrosoli, estos nuevos productos transformaron la empresa Ambrosoli, de apicultora en sus inicios, a fabricante de caramelos.
¿Por qué hacer caramelos? Costantino Ambrosoli dice: “queríamos ser buenos productores y elaboradores de miel. Así que nuestra primera idea era producir miel. Pero la miel constituía un campo limitado, entonces quisimos pasar a la producción de caramelos a la miel”.

El origen del nombre de la miel deriva de la ninfa Melisa que alimentó a Júpiter, rey del Olimpo, con miel y leche de cabra. Los Dioses, a la muerte de la ninfa la transformaron en la planta preferida por las abejas, la Melisa. Con ella, los apicultores frotan los panales para que las abejas no se alejen.
La miel es un antiguo producto que gratificó por primera vez a los humanos con su sabor dulce, tan antiguo que hasta la mitología griega y latina hablaron de las bondades de este noble producto por su poder altamente energético, alimento completo que las abejas preparan extrayéndolo de miles de flores.
La importante y rápida acción energética que produce la miel es de especial utilidad para los deportistas, las personas desnutridas, adultos y ancianos. Una cucharada de miel disminuye la fatiga muscular. Además, se ha comprobado que agregando miel a la leche de los lactantes, se aumenta su poder alimenticio, se asegura la presencia de azucares indispensables para su crecimiento, se aportan vitaminas, se facilita su digestión y los niños crecen más fuertes y sanos.